En Colombia, la descentralización ha sido la reforma clave de los años 80. Impulsada y proseguida bajo tres gobiernos, la descentralización hace parte hoy del paisaje político y administrativo del país. El objetivo de este libro, es tras la presentación crítica de la reforma, analizar los medios y alcances de la descentralización para determinar las nuevas medidas que necesita. Dario Fajardo, ex-director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional y actual gerente de la Corporación Colombiana para la Amazonia, Araracuara, estudia los efectos de los programas de descentralización en el área rural, tras años de investigación sobre el mundo campesino. Jean-Michel Blanquer, investigador del Instituto Francés de Estudios Andinos, plantea un marco de análisis de la reforma con un enfoque especial sobre el problema de los servicios públicos. La combinación de estos dos puntos de vista lleva a un resultado muy original y a conclusiones estimulantes para aquellos que la organización del Estado interesa.
La Revolución de 1952 elevó al máximo dirigente sindical minero al rango de ministro de Estado. Pero el cambio semántico de "mineros" a "ministros" evoca también la subordinación de los mineros a la deidad diabólica del subsuelo, que los convierte en verdaderos ministros del diablo. Para ellos, la extracción minera es una actividad ritualizada, auténtica peregrinación y recorrido iniciático que fusiona el cristianismo sincrético de los Andes con antiguas prácticas chamánicas: poseído por la deidad diabólica de las velas, el propio minero se vuelve diablo y se une sexualmente a la mina para producir mineral. Este libro, resultado de una larga investigación de campo en las míticas minas de plata de Potosí, explora el sentido del trabajo extractivo para los mineros e indaga las articulaciones entre el universo religioso y otros parámetros de la experiencia minera (relaciones de trabajo, cambios tecnológicos, configuraciones identitarias y de género, así como las movilizaciones políticas) en un contexto en el que los poderes del diablo obrero dialogan en contrapunto con el mercado internacional de los metales.
A partir del análisis de los mecanismos usados por los mercaderes y bancos de Lima para lograr una posición ventajosa dentro de la sociedad colonial, este libro ofrece una explicación sobre la naturaleza de las relaciones entre el Perú y el imperio español en el siglo XVII. Este siglo es particularmente interesante como período histórico por el marcado contraste entre España y sus posesiones de ultramar. Mientras la primera sufría una profunda crisis, los territorios americanos -especialmente México y Perú- fueron capaces de diversificar sus economías y alcanzar cierto grado de autonomía en su relación con la Península. Fueron varios los síntomas de la fragilidad de España en América: la mayor parte de las ganancias del tráfico atlántico recayeron en manos de franceses, ingleses, holandeses y mercaderes americanos; una fracción importante de los ingresos estatales se retuvo en el espacio virreinal; la burocracia dio síntomas de ineficiencia y, finalmente, milicias -y no un ejército regular-se encargaron de la defensa del territorio. ¿Por qué, entonces, se mantuvo el nexo colonial? Una probable respuesta es que España delegó funciones y compartió el poder con las élites criollas. Así, si el nexo colonial se mantuvo en el siglo XVII, fue debido a la debilidad de la corona, que permitió que las élites virreinales participaran crecientemente del poder y la riqueza americana. Basado en una exhaustiva e innovadora investigación documental, este libro analiza cómo se articuló la élite mercantil y financiera de Lima, y en qué términos se relacionó con el estado virreinal en el siglo XVII. Son dos los temas centrales que se desarrollan en la presente obra. En primer lugar, el crédito, que fue el que posibilitó la formación de grandes consorcios mercantiles en el interior del virreinato y, en consecuencia, la consolidación de un sector emergente de la sociedad peruana; una de las grandes contribuciones de este libro es que demuestra la existencia de siete bancos en Lima, de manera que la capital virreinal fue la única plaza americana que contó con estas entidades financieras en el siglo XVII. En segundo lugar, la intervención de los mercaderes y bancos en las funciones del estado, que les permitió tomar decisiones políticas que los llevarían a defender sus propios intereses y a socavar el régimen de flotas y galeones.
El análisis sobre la Población Indígena, Sublevación y Minería en Carangas. La Caja Real de Carangas y el mineral de Huantajaya, 1750-1804, de la historiadora María Concepción Gavira Márquez, muestra con detalles documentales impresionantes las distorsiones y conflictos de intereses políticos y económicos encapsulados en el largo proceso industrial involucrado desde la extracción de los minerales hasta su transformación en riqueza para la Corona española ávida de este recurso. Como señala la autora, el estudio se centra en el mineral de Carangas, escasamente tratado en la historiografía a pesar de que en la segunda mitad del siglo XVIII la Caja Real de dicha localidad fue testigo de una serie de conflictos políticos y fiscales que incluyó las disputas por la jurisdicción económica del mineral de Huantajaya (Tarapacá). La autora analiza las relaciones que se desarrollaron entre estas dos regiones: las tierras altas del altiplano (Carangas) y los valles de la costa pacífica (Tarapacá). Se trata de una obra bien escrita, ágil, de interés no solo para historiadores y antropólogos, sino también cientistas sociales ligados al devenir actual de las relaciones internacionales de Bolivia, Perú y Chile. El libro atraerá también a todas aquellas personas interesadas en conocer las raíces coloniales de esta región.